Sé cómo la langosta, cambia tu caparazón y sobrevive
Por Fátima Miranda
Sé cómo la langosta, cambia tu caparazón y sobrevive
El cambiar de casa puede ser una herramienta más para seguir creciendo con valentía, como la langosta, la cual “cuando crece y su caparazón le aprieta, porque no se estira con ella, se estresa, se le complican las cosas pero se mete debajo de una piedra en donde suelta su exoesqueleto, y queda ‘encueradita’, completamente vulnerable a los depredadores, durante su reposo, su piel se endurece y forma un nuevo exoesqueleto con el que es posible desarrollar otra parte de su vida, gracias a esta muda lo logra”, resaltó el psicólogo David Martínez Morales, quien también es tanatólogo.
El especialista, compartió la reflexión anterior a propósito de la pregunta expresa sobre cómo superar el duelo por la pérdida de una casa en donde se fue feliz, se le puso el ejemplo de un joven que habitaba un departamento que le quedaba cerca de su trabajo y de un centro de atención en el que ayudaba a otros jóvenes, quien al unirse con su pareja renunció a este espacio y se fue a vivir con ella en una casa de ensueño pero que no cumple con sus expectativas personales pues es lejana y llega a ella tras su jornada sólo a descansar.
“Cada caso se vuelve específico, los duelos suceden ante una pérdida para superarla, pero en este caso, (más que un duelo) suena a desadaptación, nos olvidamos que somos seres vivos y tenemos las mismas características que la célula, el pollito, y las plantas, de acuerdo a la Teoría de Sistemas, él estaba adaptado a un ambiente como cuando se planta un arbolito cerca del agua y crece frondoso, pero cuando se pone lejos del agua, sus posibilidades de desarrollo son menores”.
El habitar una casa, continuó, “no se trata nada más de que tengamos las cuatro paredes, sino cómo la voy a vivir, se debe considerar qué tan cerca está del trabajo, porque algunas personas sólo vuelven a ella para dormir sin tener el desarrollo, la paz y la tranquilidad, lo cual nos genera estrés que les dice: ‘muévete, aquí no están las condiciones’”.
Expuso que el estrés está presente para recordarle a la persona que ese no es su lugar, “pero algunos le apuestan a la estabilidad, a la zona de no movilidad”, no de confort (pues es confortable si se apaga la vocecita), pero si no hay acción, el costo puede ser alto.
Y es que la casa debe reunir las condiciones para su desarrollo, y se debe encontrar un “caparazón” más grande, en donde “nuestras necesidades estén completamente satisfechas”.
El profesionista refirió que la toma de decisiones está en cada persona, sin embargo, “somos los únicos animales que reprimimos el impulso básico (de actuar como se desea) para ser sociables, y al hacerlo nos guardamos y pensamos demasiado en cómo seremos vistos, sin embargo podemos pedir todo y ya es responsabilidad de los demás si nos lo dan”.
Hay personas, dijo, que tienen una capacidad “increíble” para pedir las cosas y lograr que se las otorguen sin manipular.
En tanto refirió que existe el fenómeno de las familias “mueganito”, en las que existen situaciones comunes como el que la hija salga embarazada y los papás les ayuden, pero hay que tomar en cuenta que “no puedo ser un hombre o una mujer si no dejo de ser un hijo”.
Por otra parte, dijo, hay hijos que sí adquieren su casa independiente, pero se convierten en “satélites”, que giran en torno a la casa de los papás que siguen siendo el centro, “por lo estable, conocido e inamovible”, y lo mismo sucede con quienes buscan trabajar en gobierno o arriesgarse en una empresa para “hacer huesos viejos”, sin considerar que la vida es constantemente dinámica.
Historia de una pareja que logró adaptarse
En terapia, David conoció a una pareja que además de lograr reinventarse al superar conflictos, logró la casa de sus sueños con alberca y jardín, y una barrita para hacer micheladas, “le dije que debían hacer algo, dar un paso, pues no hay escalón chiquito, se trataba de un trabajo de metas, les pedí hacer un pizarrón de imágenes pero ellos fueron más allá”.
Él cargaba maletas en la central, ella era aprendiz en una estética, esto rompió todos los prejuicios, “todo se acomodó para que ellos obtuvieran una pequeña en renta, compraron su alberca plegable e hicieron su jardín con botellas de pet y plantitas del cerro, se tomaron su ‘selfie’ tomando la michelada, él me dijo: ‘no es tal cual pero tengo una aproximación’, para mí fue un gran ejemplo de humildad”.
Refirió que neuróticamente se piensa que las cosas tienen que ser como deben ser, “pero este es un ejemplo de una adaptación de una familia que rompió sus miedos, “si realmente hacemos caso a nuestro estrés que produce una reacción biológica, estamos súper dotados para hacer lo que impacta, nuestro corazón va más rápido, la sangre va enriquecida con oxígeno y glucosa, los vasos chiquitos se contraen y los grandes de los músculos se preparan para movernos, hacer e impactar”, ellos lo lograron, mientras otros se quedan con el estrés, andan ansiosos y sin actuar.
Se debe poner la fe “en lo que no puedo controlar, y obrar en consecuencia con lo que yo sí puedo resolver”, además disfrutar de lo que se tiene en el presente, y sí ambicionar, aspirar, crear áreas de oportunidad, pero equilibradamente, destacó David Martínez quien cuenta con diplomados en: Programación Neurolingüística; Análisis Transaccional, y Cognitivo Conductual; Género, Poder y Violencia, y cuenta con una Maestría en Comportamiento Adictivo y actualmente estudia una Maestría en Gestalt.